jueves, 2 de septiembre de 2010

El paso de los días


El día estuvo brumoso, como lo está ahora la noche.  Hubo un atardecer casi eterno, con el sol demorándose por entre los morros, dejando que el otro lado de la bahía se volviera de color pastel, blando, cremoso. Si bien duró tanto, el perro se lo perdió por completo, dormido como estaba sobre la alfombra de la entrada. De a ratos, suspiraba como sólo él sabe suspirar. Y ahora ya no hay luna, pues los días que han pasado después de la luna llena se la llevaron, la fueron  devorando, comiendo de a tajadas, hasta que no quedó más que un cielo casi negro. 

Al mismo tiempo, el mar se volvió marrón después de la calma de la semana pasada, cuando se podía ver el fondo a través de ese cristal turquesa, un vidrio grueso de pura agua. Ayer, el océano comenzó a moverse, a cambiar tanto que hoy por la mañana no lo reconocí: el viento hacía que las olas se encontraran, chocaran sin remedio, que revolvieran la arena del fondo y que el recuerdo de aquella calma fuera inviable. Los días que pasaron se llevaron la luna, el agua clara y la tranquilidad del océano, si es que todo esto quiere decir alguna cosa.

1 comentario:

Norberto dijo...

la crema de la luna se traga con sorbito.
la traen devuelta mensualmente los gnomos de venus, despues de hacerla con 8 partes de azucar, 1 pitada de sal, 5 partes de leche entera, 2 huevos de gallina purple, 1 kilo de suspiros, cravo e canela.