miércoles, 15 de octubre de 2008

Brunei?


Un campo de nubes. Magnolias blancas desparramadas, blancas y puras con el sol del amanecer. Pétalos brumosos de algodón que el avión va dejando atrás. Hasta el horizonte, la repetición interminable de magnolias y más magnolias, flores preciosas hechas de nubes en la salida del sol.

Vemos montañas verdes y lagos que brillan como esmeraldas al pasar. Veinte minutos después viene el Aeropuerto de Brunei y sus mujeres con turbantes. Jóvenes, viejas y niñas con turbantes. Más y más turbantes blancos, ojos rasgados y miradas desconfiadas. En el medio de todos esos pañuelos, encuentro uno amarillo en mi mochila y me ato el pelo. Ellos no usan turbantes, lo cual es muy injusto. Una señora enorme pone con dificultad sus pies hinchados dentro de unas minúsculas sandalias. Una barba rubia le cubre la quijada.

Llegan más mujeres de turbantes, se miran, se saludan. Un niño rubio se saca el chupete y lo tira lejos, para luego pararse frente al ventanal de la sala de tránsito sosteniendo un osito cabeza para abajo. Se me acerca y clava sus enormes ojos azules en el cuaderno donde escribo. Al mismo tiempo, un hombre de ojos rasgados y abdomen prominente cuenta a las mujeres de turbante, todas en excursión. Suma también a los hombres de ojos como los suyos, tan distintos a los focos tan claros del niño, que ahora correr por los pasillos que llevan al próximo avión.

1 comentario:

Maloca Estúdio dijo...

Ay.... preciosa visao de mundo. Preciosa observadora. Numa história de fatos, feitos e ciclos; do onde, do quem e do quando, é ela quem vai lá e seleciona, observa, interpreta, recria (sob intensa injeçao de sentimento) e nos conta. Nos encanta. Me maravilha.